Hoy me he levantado con ganas de escribir. Aunque ya habéis percibido que mi dia favorito para ello es el Martes, el verano da mucho de sí. Y es que hoy quiero hablaros del Ilustre Colegio de Abogados de Granada. Una honorable institución a la que no tengo el gusto de pertenecer, pero que admiro en toda su esencia como órgano colegiado de todos los granadinos. Mis granaínos.
Los que me conocéis mas de cerca sabéis que estoy colegiado en el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid. Por cosas de la vida, comencé y terminé mis estudios en la Capital española y mis primeros años profesionales fueron allí. Posteriormente, como buen provinciano, volví a casa al objeto de iniciar mi trayectoria profesional en mi amada tierra, y aquí estoy. Escribiendo para vosotros sobre el que me parece una de las instituciones mas solemnes de mi ciudad.
¿Por qué escribir sobre el Ilustre Colegio de Abogados de Granada?
El caso es que recién empezado el verano asistí a una charla titulada ‘Derecho de tráfico y Baremo’. Estaba organizada por el Grupo de Abogados Jóvenes de Granada en colaboración con ADEVI. Y al hilo de lo que estamos hablando, tuvo lugar en el Salón de Actos del Ilustre Colegio de Abogados de Granada, en la Plaza de Santa Ana. Más allá de la excelente ponencia, nada que destacar de este acto relevante de cara a este monólogo entre vosotros, lectores, y yo. Aprovecho la ocasión para meter la cuña que, entre otros servicios, también me didico a la formación jurídica como abogado por lo que siempre podéis contar conmigo para ello.
Sin embargo, sí que existe una razón que impulsó estas reflexiones. Porque al fin y al cabo, no dejo de asistir como invitado a actos y eventos en mi propia ciudad. Y ello no me genera desazón alguna, ni mucho menos. Pero si que puedo sentir la distancia del grupo con el que comparto mi día a día, mis paseillos de juzgado y luchamos bajo el mismo sol de justicia, de un bando u otro, porque estamos convencido de ello.
Y es que como ‘chico de la capital’, no deja de darme vueltas por la cabeza la idea de colegiarme en Granada, mi ciudad y sede de mi actividad, o por el contrario mantener mi Estatus actual en el Colegio que siempre me arropó y continuar velando, don una bandera u otra, por la defensa de los valores de la abogacía. Y como siempre que escribo divagando como es el caso, termino llegando sin quererlo a una conclusión, no quería desaprovechar la ocasión.
¿Para qué sirve un Colegio de Abogados?
Pues bien, ya que he abierto la lata líneas atrás sobre qué es para mí un Colegio de abogados, tengo que rematar la faena. Os adelanto cuáles son las claves de un Colegio de Abogados, que tanto el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid del que formo parte, como el Ilustre Colegio de Abogados de Granada con el que convivo, respetan y promueven:
- Defensa de los valores éticos y morales de la abogacía como colectivo, aportando su granito de arena en la mejora de nuestra Sociedad. Sociedad que dicho sea de paso, es la misma en Madrid que en Granada.
- La constitución de un grupo. Un equipo. Un colectivo de mujeres y hombres que reman en un mismo sentido y una misma dirección: la dignificación de este bello oficio. Y creo que tanto Madrid como Granada reman en la misma dirección.
- Como instituciones de Derecho Público, enarbolan el estandarte de los Derechos Fundamentales de todos los ciudadanos del mundo y abre sus puertas a todos ellos. Y una vez más, lo hacen tanto en Granada como en Madrid.
En conclusión. La existencia de los colegios profesionales son vitales para la buena consecución de nuestros fines y el éxito profesional. Y su elemento de territorialidad le confiere un carácter más cercano, independiente y real de las circunstancias en cada Provincia –o municipio-. Pero quiero poner sobre la mesa el debate de la necesidad o no de 83 Colegios de Abogados y nuestro sentimiento de pertenencia a un subgrupo de nuestro oficio. Y os invito, compañeros y demás lectores, a participar en el debate que nos ayuda a construir un futuro mejor.
Es más lo que nos une que lo que nos separa
No quiero despedirme sin incidir en que este texto no se trata de un manifiesto revolucionario en contra de la territorialidad de los Colegios de abogados. Nada mas lejos de la realidad.
Las palabras que escribo y que vosotros queridos lectores leéis, no son más que elementos de una idea que me persigue desde hace tiempo. Como comenté en Descripción de abogados para niños, el honorable oficio de abogado despierta en mi desde bien pequeño una idealización del abogado como héroe de nuestra sociedad. Y con independencia de si es un abogado perteneciente al Ilustre Colegio de Abogados de Madrid, como si es un abogado perteneciente al Ilustre Colegio de Abogados de Granada, no deja de ser ese abogado al que siempre contemplo con admiración.
PD: Me tomo la licencia de saludar a mi compañera y amiga Cristina de Santiago, excelente profesional y mejor person. Quien celebra dos santos seguidos el 24 y el 25 de julio. Y quien además de sacarme las castañas del fuego en incontables ocasiones, es para mi una toma de contacto con la abogacía granadina.
Hola Miguel,
Me ha encantado el artículo. Yo estoy colegiada en Alicante y ejerzo en Madrid y la verdad es que comparto tu sentimiento de exclusión y padezco la poca vida colegial. Aún así creo que los Colegios deberían ser uno por provincia.
Un saludo y enhorabuena por tu trabajo!